10 de octubre de 2007

TOMÁS Y LA LLAGA

Meteremos el dedo en la llaga. Como Tomás, único de los apostoles que creia en sus sentidos en vez de en sus borracheras. El ejercicio de tocar y ver parar creer es la primera lección que tiene que aprender un verdadero ser autónomo, que piensa por sí mismo y que no acepta nada porque sí, que venga impuesto desde fuera sin que pase el filtro de la razón y de los sentimientos... Dicen los crédulos que es cuestion de fé. Al contrario, es cuestión del dedito en la herida, de respetar de verdad a los otros y no decir que una cosa es verdad porque te la dicen, porque es cómoda, o porque te da miedo estar solo. En medio del mundo en la solitud, en un desierto sin suprapoderes que nos saquen del atolladero de nuestras incapacidades, nadie quiere ser anacoreta, ni ermitaño. Se prefiere antes ser borrego y gregario. Los dioses son creaciones del cobarde para justificar su minusvalía. Hay que vencer el miedo. Ser valiente no es no tenerlo, sino es sentirlo y vencerlo, o intentarlo al menos. Ser valiente es meter el dedo en la llaga a pesar de la presión del grupo, de la masa que cree lo que todos dicen sin hacer un ejercicio de valentía. Seamos valientes. Somos los hijos de Tomas, el tocahuevos, el que con su actitud ridiculizó a sus compañeros que simplemente, por sometimiento, aceptaron lo inaceptable. Me imagino la santísima carcajada de Jesus... Todavia la oigo.

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